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Papeles Sueltos.

A este cielo nublado
le puse tu nombre,
pues no puedo ver
el cielo que detrás
de las nubes se esconde.

¿y qué me importará a mí?
¿Si encontraste nueva vida,
nueva ruta o camino?
¿Si has descifrado el ruido
en el que tu corazón andaba
dormido?

Todo eso es cosa tuya. Todo.
Mas, es hora de buscarte
a ti, Amor, en toda tu esencia.
Y es en unos ojos marrones,
y en un cabello infinito,
donde encuentro luz entre nubes.

Paz para el condenado.
Para el amante. Para
la amada desaparecida.

Paz para el mundo sumido
en el caos, en el que
ya no importa quiénes
somos, pues somos
demasiados.

Libre al viento quiero
saltar, y soltar amarras
de esta carga...
dura y placentera condena.

Que cargado, me cargo;
cabalgó furioso en una
ruta, llamada celos.

Apareces...

Puedo oírte en los labios prodigiosos,
en algún rincón. Puedo verte en unos
ojos verdes, eléctricos y fluorescentes,
de alguna mirada. Puedo sentirte, escondida
en el rizo de un suave cabello moreno.
Puedo olerte, y es tu perfume, tan cautivador...

Si amanece, y me despierto,
te encuentro en mil sonrisas;
y es el sol tu luz, éste lugar
tu refugio.

Ando tan cerca y tan distante,
me acerco sin buscarte, y allí
apareces, escondida, huidiza,
amedrentada entre tantas.

No te busco Amor porque aún me huyes,
ven a mí, sin miedo, que ando
lleno como el cenicero de éste estudio.

Agur

Aquí yacen los últimos
versos que te escribo.
Aquí, en el final del
último latido que
me has robado.

Tú y la Distancia,
y éstos celos frustrados,
y esta confianza presa.

Ahora es el momento
idóneo, en el que huyo,
como un cobarde enamorado,
como un guerrero malherido.

Ya he quitado las últimas
de tus fotos. Verte inerte
es no verte, y sin verte,
quiero ver un futuro
que me dé vida.

Recuerda aquella lluvia
que presagió tormenta,
recuerda aquel beso,
contrato de esta tortura.

Se cierne el telón,
en una triste soledad.
Se cierne el telón...
rejas aterciopeladas
de ésta, mi prisión

Dime amor, que aún
recuerdas tu sonrisa,
cuando al viento
espantábamos con un beso.

Dime amor, que aún
recuerdas, éstos celos...
Odiáme amor...
Ama al viento.

Es hora de partir,
para no desgarrar
nuestros corazones.
Es por eso, que
aquí yacen los últimos
versos que te escribo.

Aquí, en el final de
este verso, donde
sigo enamorado.