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Ha oscurecido la tarde, y se ha llenado el cielo de ideas brillantes; y al andar, se ha cernido el brazo del recuerdo alrededor de mi cuello, y tu fragancia vino(o más bien, mistela)a parar a mi fino olfato.

Cerca de casa, encontré a un hombre serio sentado en su puerta, su pregunta fue clara, concisa y seca.
-Cuando la luz nos ciegue, ¿hacia dónde caminarás?
Me quedé contemplando su cara. Sus ojos fríos y distantes, miraban mas allá de mis propios ojos. No contesté. No pude contestar...

Tras entrar en casa, la puerta no dejó de chirriar hasta su cierre; y es que, desde que te has ido, la casa no deja de hacer ruidos cada vez más graves.

La comida no supuso esfuerzo alguno, al igual que apagar la televisión tampoco fue demasiado. Salí al balcón a fumar un cigarrillo, y al ascender la vista, descubrí con pavor que todas las ideas brillantes habían desaparecido con la luz eléctrica, formada en el callejón en el que me encontraba.
Todos los demás balcones estaban cerrados, quizás por miedo... La ciudad me asfixiaba, además de aquel cigarro; sabía que la ciudad intoxicaba mi única visión asequible de este mundo.

Aquella noche no soñé, los ruidos se mezclaron con mis sentidos, y aquello formó un coágulo de ideas que desaparecían con el alba; al igual que ocurría en el callejón, la luz eléctrica no dejaba ver aquellas maravillosas ideas y se perdían todas, en el alba.

2 comentarios :

IrinaGlazún dijo...

Alabemos a los días sin gracia...
Ahora eres un escritor de relatos?
Mola.

Estrafalario dijo...

Ampliando horizontes :D jejeje Gracias